Integrando cuestiones de control institucional, poder político y justicia social en su visión del espacio, la intervención y el programa, los diseñadores pueden comenzar a contribuir la lucha en curso por el derecho a la ciudad.”- Neil Brenner
En el conversatorio “Justicia Espacial y Inteligencia Territorial” con el especialista Juan Carlos Vargas, surge la premisa conceptual del cómo debemos aprender a navegar en lo ‘incompleto’ quizás ante la complejidad de los sistemas que habitamos o por la carencia de información según el contexto donde estemos trabajando. Eso sí, la brújula para navegar se encuentra entre los cruces disciplinares, para encontrarle sentido a preguntas relevantes a la hora de pensar los sistemas que buscamos entender. Como marco de acción se propone el abordaje de una ‘cartografía crítica’ que va más allá de resultados curados e infografías o mapas; más bien acusando la búsqueda para entender procesos formativos en los sistemas espaciales que habitamos.
Hoy en día, nos enfrentamos a un crecimiento exponencial de data. Segundo a segundo, se genera nueva información. Estos datos nos pueden dar una comprensión más profunda del espacio que habitamos, un espacio de construcción social, que va más allá de su forma física. Sarah Williams, en su libro DATA ACTION, presenta una sinopsis donde postula los datos como una herramienta de empoderamiento por encima de la opresión. La generación y distribución de datos e información se ha llegado a convertir en un dilema ético. ¿Qué hacer con esta información? ¿Cómo podemos hacer uso de estos datos de una manera ética, para generar estrategias que nos acerquen a la meta de una sociedad más justa?
El director de GeoAdaptive y especialista en inteligencia territorial, Juan Carlos Vargas, nos acompañó en un conversatorio con un enfoque reflexivo, en el que ahondó sobre las motivaciones, los principios y los deseos de explorar y analizar data que nos acerque hacia la meta común de la justicia espacial.
Juan Carlos Vargas habla del “contexto de las grandes narrativas”, donde aumentar la conciencia de la complejidad es esencial. Algunas de estas narrativas globales incluyen la sostenibilidad de sistemas que apoyan la vida, la singularidad de la creación y el acceso de data, las limitantes de recursos y el cambio que se ha dado de un esquema de individuos, a un esquema de redes de tomadores de decisiones. El descubrimiento de estas narrativas globales a través de datos no debe ser la finalidad del análisis, sino más bien, el primer paso en un proceso catalizador de cambio social. En este sentido, no se trata de generar productos, sino más bien, procesos, y estos procesos deben surgir de la formulación de preguntas que nos hacemos desde el diseño.
El estudio del territorio debe hacerse concibiendo como parte de un sistema, donde la búsqueda de patrones y la identificación de inequidades es un primer paso hacia la agencia de cambio. El territorio no es estático, y por lo tanto la representación de data en el espacio debe responder a las dinámicas cambiantes de este. Los esquemas de gran data permiten la lectura de la estacionalidad y las dinámicas territoriales. Estos datos pueden generar cambios en la forma de pensar y accionar desde perspectivas informadas con data, respaldadas con evidencia real.
Cuando tratamos con problemas globales, la escala puede llegar a convertirse en un factor crítico. Juan Carlos Vargas recalca la importancia de mostrar la escalabilidad de los problemas, con la finalidad de poder intervenir y generar política pública en áreas específicas. En estas intervenciones a escalas más manejables, está la oportunidad de generar catalizadores de procesos de transformación social.
Un tema de gran relevancia es también el enfoque interdisciplinar que debe existir cuando nos enfrentamos a estos problemas. En las palabras de Juan Carlos Vargas, ¿Cómo podemos concebir el proceso interdisciplinario de análisis como una extensión natural y contemporánea del proceso de diseño?
La búsqueda para generar nuevos modelos para la planificación y la justicia espacial, debe convertirse en un proceso alimentado por disciplinas como la ciencia, el diseño, la economía, y la antropología, por mencionar unas cuantas. Utilizando el espacio como un lenguaje común en esta articulación de las diferentes disciplinas podemos gestar estrategias y proposiciones que generen un impacto real sobre los problemas globales complejos.
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