“De la misma manera que ocurre, al contrario: “la geografía, o la espacialidad, de la justicia es un componente integral y formativo de la propia justicia, una parte vital de cómo la justicia y la injusticia se construyen socialmente y evolucionan con el tiempo”.”
― Edward W. Soja.
Hace unos años, la importancia por el desarrollo de inteligencia territorial ha ido en aumento, desde grupos de investigación académica, como agentes privados o grupos gubernamentales. Esto ha impulsado la disciplina de IT y creación de agentes específicos orientados al estudio de la materia.
En este conversatorio nos acompañó Sarah Williams, profesora asociada de tecnología y planificación urbana en el Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT), donde también es directora del Laboratorio de Diseño de Datos Cívicos y del Centro Leventhal de Urbanismo Avanzado. Williams nos dio un acercamiento al tema de “Big Data” y cómo estos pueden usarse para bien, desde rastrear enfermedades hasta exponer violaciones de derechos humanos. Igualmente menciona el peligro del uso indebido de la inteligencia territorial y como este mal uso puede resultar en la opresión de un territorio. Williams menciona como existen ejemplos de personas que han utilizado esta herramienta donde al procesar estos datos se reflejan, inevitablemente, las ideologías de quienes controlan su uso. Estos resultados arrojan algoritmos excluyen con mayor frecuencia a las mujeres, los pobres y los grupos étnicos. Sarah enfatizó en cómo los datos pueden encauzar distintos procesos, promover la justicia y desarrollo de políticas públicas que van en resonancia con los retos ciudadanos y urbanos. Dónde el cómo apropiarnos de la información es fundamental; utilizarla de manera creativa, coloquial y compartirla para tener agencia, provocando cambios necesarios en donde se visibilizan sistemas invisibles. En ese sentido el ‘data’ o la información es una forma de infraestructura que puede servir para el bien común y desarrollo social.
Es de gran importancia comprender la utilidad de la inteligencia territorial para el desarrollo de las ciudades. Igualmente, es necesario fomentar la sensibilidad para entender tanto las dinámicas y estructuras territoriales, como el uso de estos métodos y herramientas. Todos estos elementos se vuelven fundamentales para garantizar e impulsar un desarrollo territorial con mayor justicia para sus ciudadanos.
Williams nos enfatiza la importancia de la colaboración multidisciplinar. Este enfoque genera debates sobre las decisiones y métodos empleados, lo cual ayuda a garantizar que mediante diferentes perspectivas profesionales las voces de las personas a representar en los datos no sean marginadas ni ignoradas y sean procesadas de la manera más ética y real posible. De esta manera entendemos como el mapeo de datos es un elemento fundamental para el proceso de integración de los mismos. La estrategia adecuada a la hora de recolectar y procesar la información permite integrar todos los resultados recolectados en información tangible, y así entender desde otra perspectiva el funcionamiento determinado de la zona.
En “Data Action”, Sarah Williams proporciona una guía de trabajo con siete pasos para el manejo de datos con formas más éticas y responsables. La primera siendo el “No hacer daño”, cuestionarnos las razones por las cuales queremos utilizar los datos y determinar nuestro proceso de trabajo, para así generar un impacto positivo en vez de dañar. Es importante entender las variantes del resultado y como una vez procesada y visualizada esta data puede impactar, y evaluar la importancia de exponer al público, gobierno o entidades privadas esta información. El segundo punto mencionado por Williams es la creación de equipos, y como estos crean narrativas en torno a los datos. Esto es esencial para comunicar efectivamente los resultados, y procesar la data de una manera más integrada. El tercer punto se enfoca en cambiar la dinámica de poder. La construcción de datos ayuda a modificar la dinámica de poder heredada en el control y el uso de datos, y al mismo tiempo esto tiene numerosos beneficios secundarios, como la enseñanza de la alfabetización de datos. Para el cuarto punto, se enfoca en cómo exponer sistemas ocultos, idear formas únicas de adquirir, cuantificar y modelar datos puede exponer mensajes que antes estaban ocultos al ojo público; sin embargo, debemos exponer las ideas de manera ética, yendo al primer principio anterior. En el quinto comentario titulado “verdad fundamental” habla de cómo debemos validar el trabajo que hacemos con los datos observando literalmente el fenómeno sobre el terreno e interpretando los resultados. Williams recalca en el punto seis la importancia de compartir la data, entendido que esto se vuelve esencial para comunicar la necesidad de un cambio de política y generar un debate esencial para ese trabajo. Es así como las visualizaciones de las mismas se vuelven más efectivas. Finalmente, para cerrar esta guía, nos menciona cómo debemos crear estándares éticos. Es importante tener presente que la data son personas, y nuestro objetivo debe ser desarrollar nuestros parámetros éticos para velar por el beneficio de estas personas.
Es así como la data tiene un impacto enorme en las ciudades, y nuestra labor como profesionales interesados en la transformaciones de (in)justicias a espacios justos, debemos tener en cuenta y cómo podemos tomar este poder y herramientas para tener un impacto positivo mediante la exposición y visualización del estado de las ciudades.
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