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PROCESOS VINCULANTES DE JUSTICIA ESPACIAL

Cuando hablamos de justicia espacial, estamos hablando de un tema muy amplio. La Justicia Espacial no abarca solo lo que es “justo” a nivel espacial, sino que también es esencial entender las implicaciones de la existencia o la falta de justicia en los espacios en los que nos desenvolvemos como sociedad. Es un tema que puede ser ampliamente interpretado, pero que no debemos permitir que se convierta en un discurso que nada más existe en papel.


Según Jáuregui, las palabras justicia y democracia son palabras que han perdido completamente su significado, y en sus palabras, es necesario resignificarlas desde su origen. Hoy en día es muy común leer sobre proyectos que se publicitan como promotores de justicia y equidad, pero que realmente no están abogando por los derechos de las comunidades. Estos conceptos (justicia, democracia) han sido manipulados y se han convertido en un instrumento para la comercialización de la práctica arquitectónica, en la que una foto con miembros de la comunidad es suficiente evidencia de procesos creativos y de la búsqueda de espacios públicos de calidad. Resulta de gran relevancia también entender la noción del bien común hacia el derecho a la ciudad en contextos urbanos, donde las manifestaciones socio espaciales en sus diversas escalas también tienen una relación importante con la noción del ‘Estado’. Por tanto en el cómo nos organizamos, este ‘conjunto multifacético’ de escalas y “proyectos” debe ser visible, y reclamar la presencia pública en el día a día de las comunidades y los sistemas que surgen de una necesaria colectividad.


Pero para lograr resignificar estos conceptos dentro y fuera de nuestra profesión, debemos en primer lugar, resignificar la práctica de la arquitectura. La palabra resignificar carga consigo un gran reto: despojarnos de lo que consideramos una verdad absoluta, o una única manera de hacer las cosas. ¿Pero cómo podemos lograr esto? Podemos empezar por reforzar lo que Jáuregui llama la “función social” del arquitecto.


Para Jáuregui, la función del arquitecto es dar visibilidad a las demandas sociales difusas. Afirma que nuestro trabajo como arquitectos nunca es para un “cliente”, independientemente de si se trata del sector privado, del gobierno o de una comunidad. Nuestro trabajo siempre debe tener como meta el bien público, y no solamente la complacencia de necesidades de un ente específico. Para lograr este impacto sobre lo común, es necesario que nuestras intervenciones contemplen diferentes agentes, escalas, disciplinas y realidades.


Bajo esta perspectiva, Jáuregui categoriza cuatro escalas, la pequeña, la mediana, la grande y la territorial. Cuando concebimos nuestros proyectos, debemos considerar las implicaciones de este sobre cada una de estas escalas. Y es que, aunque vayamos a hacer una intervención a nivel barrial, debemos entender el impacto que pueda tener nuestro proyecto a una escala mayor, y procurar la replicabilidad a nivel territorial de los proyectos que promueven la justicia espacial.

Jáuregui nos introduce el concepto del campo socio espacial contemporáneo como el resultado del cruce de muchas disciplinas. Para Jáuregui, el magma de este campo socio espacial existe en la intersección de las diferentes disciplinas: psicoanálisis, filosofía, urbanismo, ingeniería, sociología, leyes, políticas sociales y arquitectura, entre muchos más. Esta afirmación nos pone a reflexionar sobre la importancia de llevar procesos colaborativos, y entender que la complejidad de los problemas en torno a la injusticia espacial son parte de un sistema que involucra muchas disciplinas, y que no podemos pretender solucionarlos solamente desde la arquitectura.


Entre estas disciplinas, Jáuregui destaca el psicoanálisis. En su opinión, este es esencial, puesto que es el método que nos permite escuchar la demanda de las comunidades. Entender lo que las comunidades necesitan y desean no es trabajo sencillo.


Antes de formular respuestas desde nuestra práctica es muy importante escuchar a las comunidades: escuchar lo que estas demandan, no solo a nivel espacial sino también social y político. Para Jáuregui, la demanda no se responde, se interpreta. Pero esta interpretación no puede venir solo por parte del arquitecto o investigador. Debemos buscar relacionar diferentes interpretaciones de un mismo problema: interpretaciones que vienen de agentes de diferentes disciplinas, y por supuesto, la interpretación de la comunidad.






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