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Justicia Espacial

CONVERSATORIO: PROCESOS VINCULANTES DE JUSTICIA ESPACIAL

-Pequeñas tácticas del hábitat- Foucault


Uno de los principales retos en materia de justicia espacial es crear instancias liminales entre lo público y privado en niveles (in) tangibles. Los procesos vinculantes exploran estas espacialidades creadas desde las ‘´tácticas” en la construcción del hábitat.

Alejandro Echeverri, director de Urbam, en la universidad EAFIT, nos acompañó en el conversatorio “Procesos vinculantes de justicia espacial”, y nos compartió su experiencia en el desarrollo de proyectos en la ciudad de Medellín, Colombia. Alejandro Echeverri postula que uno de los retos centrales de las ciudades es la transformación de territorios para lograr que estos sean vinculantes e integradores. ¿Cómo se logran estos territorios vinculantes?

El enfoque en los procesos es vital. Estos procesos deben ser diseñados y concebidos de una manera colectiva, integrando voces distintas. Vinculante, no solo refiriéndose a vinculaciones espaciales o físicas, sino también a las vinculaciones entre sectores: comunidades, gobiernos y academia.

Un concepto central que introdujo Alejandro Echeverri durante su presentación fue el tiempo. El “tiempo”, entendido como un aliado en estos procesos de transformación.

Cuando concebimos un proyecto de arquitectura, muchas veces visualizamos el resultado final como estático, como si el objeto fuese la meta última. Alejandro Echeverri menciona como, aunque su educación como arquitecto lo formó con una concepción del tiempo estática, las ciudades difieren mucho de esto. Las ciudades tienen un concepto temporal completamente distinto, un concepto temporal que es incremental y cambiante. Teniendo esta premisa en cuenta, Echeverri menciona como debemos llevar procesos abiertos, que incorporen cierta noción de incertidumbre, de actores y dinámicas nuevas.

La transformación va más allá del cambio espacial o físico, se trata de lograr una transformación en la sociedad. Lograr un cambio en el relato de la ciudad por medio de proyectos que no sean solo construcciones, sino también acciones. Echeverri crea un argumento potente al mencionar que debemos diseñar eventos, acciones que no sean físicas, sino más bien temporales. Con esto, pone sobre la mesa la importancia de entender que somos, seres espaciales y temporales. Según Harvey, los conceptos del espacio y el tiempo están entrelazados de tal forma que sería muy difícil hablar del primero sin invocar el segundo. Habitamos en el espacio y en el tiempo, y por tanto, para convertirse en parte de la comunidad, los proyectos deberían apuntar a ser relatos, no imágenes congeladas mostrando una realidad inalterable.

Para lograr resultados positivos en estos procesos, la construcción de confianza es esencial. Echeverri comenta como en una ocasión se encontraron con una comunidad escéptica. Convivir con la comunidad, la existencia de un grado de permanencia y la apertura a los diálogos.

Echeverri deja algo claro: si bien muchos de estos procesos han tenido un impacto positivo, ningún problema se ha resuelto en su totalidad. Esto no significa que los proyectos hayan fallado, no puede existir una solución definitiva a un problema que está en constante transformación. De aquí la importancia de generar un enfoque hacia los procesos, y no los resultados.

Es necesario entender la evolución en el tiempo de los proyectos que concebimos, como parte del proceso constante de evolución. Revisitar los proyectos que en algún momento fueron exitosos (como lo fue la Biblioteca España, en Medellín), pero que con el paso del tiempo, se llegaron a deteriorar y cesaron de ser piezas fundamentales en la transformación de las comunidades para los que fueron creados.

Son estos procesos, diseñados y concebidos de manera colectiva, los que llegan a tener más éxito. Echeverri presenta el caso del Parque Explora en Medellín como un proyecto exitoso que nació de la iniciativa de la comunidad, fue financiado por el sector privado y construido por el gobierno. Si vemos este ejemplo, notaremos como el éxito no se basa en el resultado final, como objeto arquitectónico o urbano, si no más bien en el proceso a través del cual fue creado. Estas alianzas establecen una lógica de gestión colectiva, en la que las capacidades de estos diferentes sectores se integran gracias a objetivos comunes.

La realidad local debe alimentar la estrategia general. Y para que esto sea posible, es necesario que la comunidad tenga un papel activo en estos procesos de transformación.



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